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martes, 29 de mayo de 2012

La pena de muerte

Hoy en 6ºA estuvimos debatiendo sobre la pena de muerte. No era un tema preparado, pero a partir de la lectura de un cuento, hace una semana comenzó un debate sobre el tema. Entonces, organizamos dos grupos, uno que buscaría argumentos a favor y el otro en contra. Era un juego de argumentación pero, al mismo tiempo, buscar argumentos y contraargumentos nos ayudó a pensar sobre el tema.
Fue muy interesante y todos los compañeros quedaron muy enganchados con el método del debate. Así es repetiremos esta forma de aprendizaje.
Cuelgo aquí un texto que María Elena Walsh públicó cuando en nuestro país se reabrió la posibilidad de implantar la pena capital. Por último, a continuación les dejo un informe de Amnistía Internacional sobre el tema


La Pena de Muerte
por María Elena Walsh


   Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
    Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
    Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
    Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.
    Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
    Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.
    Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
    Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
    Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
    Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
    Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.
    Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
    Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
    A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.



aparecido originalmente en Clarín, 12 de setiembre de 1991


datos y cifras sobre la pena de muerte: http://www.amnistiapr.org/actua/documentos/pm_datoscifras.pdf

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